lunes, 15 de marzo de 2010

"HOY NO SE FÍA, MAÑANA SÍ..."

Así rezaba un cartel hecho a mano, con letra de imprenta, que colgaba de una estantería en la verdulería del barrio donde vivíamos. Cierto día mi madre me mandó a hacer un mandado, yo tendría entre 6 y 7 años, y al volver a casa le cuento la novedad del cartel, sin saber a ciencia cierta qué significado tenía fiar. Mi madre, sabia ella, me dijo que al día siguiente íbamos a ir juntos al negocio en cuestión. En ese entonces, no comprendía que ella estaba aprovechando la ocasión para darme una lección de honestidad, ya que el cartel aún se mantenía y el mañana tan esperado, nunca llegaría. Se trataba de una treta comercial, con un sutil engaño, para que la gente regresara. “Más honesto --me dijo--, sería un cartel que dijera: “No fiamos”. Nunca más olvidé la lección.
Los profetas de todos los tiempos nos han advertido sobre esta sutil arma de Satanás, mencionada a veces como mentira, engaño, fraude, estafa, trampa, etc.:

  1. El Salmista suplica al Padre: “…líbrame del hombre engañador e inicuo.” (Salmos 43:1)
  2. Pablo advirtió a los Romanos: “…y con suaves palabras y lisonjas engañan los corazones de los ingenuos.” (Romanos 16:18)
  3. Nuevamente Pablo a los Colosenses enseñó: “Mirad que ninguno os engañe por medio de filosofías y vanas sutilezas…” (Colosenses 2:8)
  4. En esta dispensación el Señor dijo: “¡Ay de aquél que miente para engañar..!” (DyC 10:28)


La alfarería debe ser una de las artesanías más antiguas. Se fabricaban varios objetos de arcilla, especialmente jarrones que luego se utilizaban para transportar agua o guardar granos. Todavía se encuentran restos de esos objetos de miles de años, en casi todas las regiones de la tierra.
Se cuenta que los artesanos, al sacarlos del horno, algunos presentaban fisuras o rajaduras y para no desecharlos, las cubría con cera de abejas y luego los barnizaba para disimular. Con el tiempo se descubría el engaño y la gente comenzó a desconfiar.
Entonces, algunos comerciantes, para poder vender, anunciaban que esa producción estaba “sin-cera”. De ahí nació, dicen, el adjetivo sincero/sinceridad, aquél que dice la verdad.

El Salvador Jesucristo siempre destacó a los honestos e ínte

gros. Recordemos su encuentro con Natanael: “He aquí,

un verdadero israelita, en quien no hay engaño.” (Juan 1:47)
En los albores de esta dispensación, señaló a George Miller, con características similares: “Además, te digo que mi siervo George Miller es sin engaño; se puede confiar en él por motivo de la integridad de su corazón y por el amor que él tiene por mi testimonio, yo, el Señor, lo amo.” (DyC 124:20)
Espero que llegue el día que yo merezca cambiar el nombre George po

r el mío (Hugo).

Pablo, luego de describir el carácter de los hombres “en los postreros días” (2 Timoteo 3:1-8), presenta su pronóstico inspirado a su amado hijo en la fe Timoteo: “…mas los malos hombres y los engañadores irán de mal en peor, engañando y siendo engañados.” (versículo 13) y finalmente llegó el consejo:
“Pero persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién has aprendido; y que desde la niñez has sabido las Santas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús.” (versículos 14-15)