jueves, 24 de junio de 2010

PREPARA TU CORAZÓN

Todos los órganos del cuerpo humano, tienen funciones específicas y esenciales, pero se reconocen al corazón y a los pulmones como los más vitales. Los pulmones porque absorben el oxígeno del aire aspirado y lo llevan al torrente sanguíneo, y al corazón porque bombea esa sangre y la distribuye por el organismo. En un día bombea entre 10.000 y 15.000 litros de sangre. En reposo, el corazón adulto late unos 60-80 veces por minuto y en ese período bombea 6 litros. En verdad, el corazón es una bomba muscular extraordinaria.

Por alguna razón, el Señor y los profetas, eligieron este órgano para mencionarlo cientos de veces en las escrituras, para ilustrar principios eternos del evangelio y como “símbolo de la disposición y voluntad del hombre, y en sentido figurado, la fuente de toda emoción y de todo sentimiento.” Al punto tal que cuando se menciona “corazón quebrantado”, se simboliza a un ser “humilde, contrito, manso; receptivo a la voluntad de Dios, y dispuesto a arrepentirse.” (GEE, págs. 39-40)
Cuando el Salmista preguntó: “¿Quién subirá al monte de Jehová? y ¿quién estará en su lugar santo,” él mismo contestó: “El limpio de manos y puro de corazón.” (Salmos 24:3-4).
El Élder Dallin H. Oaks, del Consejo de los Doce, definió a las “manos limpias, cuando obramos correctamente y nos refrenamos de hacer lo malo”, y al “corazón puro, cuando obramos por los motivos correctos y nos refrenamos de deseos y actitudes prohibida” (“Puros de Corazón”, cap.1, pág. 1).

En noviembre de 2005, fui operado a corazón abierto para cambiar la válvula aórtica. Fue una intervención extremadamente delicada que demoró casi 5 horas. Desde entonces, con esa prótesis, me siento con “un corazón nuevo”, pero no el que describe Ezequiel cuando habló de la conversión espiritual:
“Arrepentíos y apartaos de todas vuestras transgresiones, y la iniquidad no os será piedra de tropiezo… y haceos un corazón nuevo...”
(Ezequiel 18:30-31; ver también 36:26 y Alma 5:14). El mío es sólo orgánico, que debo chequear frecuentemente.
Los profetas nos recomiendan monitorear nuestro corazón espiritual, aún en las pequeñas cosas, para conocer si estamos a tono con el Espíritu del Señor, especialmente al conocer “…que Jehová no mira lo que el hombre mira…Jehová mira el corazón.” (1 Samuel 16:7).

Esto me recuerda una anécdota del célebre director de la orquesta de la Scala de Milán, Arturo Toscanini (1867-1957).

En la década del 40, tenía una audición de música clásica que se irradiaba a toda Europa. Cada domingo la escuchaban millones de personas, entre ellas un humilde pastor de ovejas, que decidió escribirle. Cierto día, antes de comenzar el concierto, el Director dijo que deseaba leer una carta:
“Estimado Señor Toscanini: Vivo en el campo, soy muy pobre pero tengo una radio y me deleito escuchando sus conciertos cada domingo. También tengo un violín que actualmente está desafinado. Quisiera pedirle que por favor me dé la nota “la” para poder afinarlo.”
Arturo Toscanini, entonces, visiblemente emocionado, dijo: "Para mi amigo el pastor de ovejas ahí va la nota 'la'", y toda la orquesta al unísono le dio el tono.
Cuando nos hablan los profetas expresan la voluntad, el tono del Señor, a fin de afinar nuestro espíritu y “preparar nuestro corazón” (DyC 132:6), para estar en armonía con Su voluntad. ¡Escuchémoslos! Vale la pena.
¡Hasta la próxima!