lunes, 20 de junio de 2011

JUBILADO, SÍ, PERO NO RETIRADO...


“Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”. (Juan 10:10)

Hace dos años, cuando cumplí 80, escribí algunas “reflexiones”. Hoy me propongo aportar algunas otras “ideas y pensamientos” a los 82, que tal vez ayude a seguir adelante a algunos de mi edad o aún mayores, y hagan pensar a los más jóvenes para que se preparen mejor para llegar a la madurez.

Aunque parezca extraño, somos el grupo en la población mundial, que en la actualidad está creciendo con mayor rapidez. Seguramente se debe a los adelantos científicos, que está elevando la tasa de longevidad, y a pesar de la gran contaminación ambiental y el “stress” de la vida moderna, nosotros vamos zafando…

En diferentes dispensaciones y especialmente en esta última, la del Cumplimiento de los Tiempos, el Señor ha llamado a hombres de avanzada edad como Sus profetas para guiar a Su pueblo, seguramente para aprovechar de su sabiduría y experiencia, además de su fidelidad. El Señor los conoce y los ama y les ha conferido grande

s responsabilidades para conducir Su Reino. Parece ser que en la mayoría de los casos, la edad va mejorando a las personas, especialmente cuando sirven a su prójimo. “Esperamos que los líderes del sacerdocio y de las organizaciones auxiliares –dijo el Presidente Ezra Taft Benson--, continúen dando llamamientos a los mayores en donde éstos puedan aprovechar de su sabiduría y consejo…” (“A la gente mayor”, Liahona de 1990).

El Presidente Gordon B. Hinckley, en un gran mensaje sobre “El Perdón”, tuvo palabras muy significativas y reconfortantes para los ancianos: “La edad produce cambios en los hombres y las mujeres, les hace sentir una mayor necesidad de ser tiernos,

bondadosos y tolerantes. El anciano anhela y ruega que los hombres puedan vivir juntos, en paz, sin guerras ni contención, ni querellas ni conflictos. Cada vez se percata más del significado de la gran expiación del Redentor…” (Conferencia General de octubre de 2005)

Frecuentemente los jóvenes me preguntan cuál es el secreto para llegar a esta edad en un estado saludable Yo les respondo que hay varios factores, y que si bien es cierto que en gran medida depende de la genética, nosotros podemos aportar actitudes y principios que coadyuven a tal fin. Cuando se es joven, la mayor parte del tiempo está comprometido y escasamente tenemos un 20% disponible para nosotros. A nuestra edad, estos porcentajes se invierten, por lo tanto debemos administrarlos sabiamente.

Por empezar, nuestra agenda debe estar llena de activid

ades variadas, no solamente con citas de profesionales médicos y, por supuesto, acordes con nuestras posibilidades y preferencias. Éstas, deben abarcar la parte espiritual, intelectual, social y física.

En el aspecto físico, la dieta es vital. Se recomienda que esté dirigida por un profesional, que sea variada y que nunca falten las frutas “en su sazón”, las verduras, proteínas y granos. Evitar el sedentarismo y recordar siempre, “que si no puedes correr, trota, si no puedes trotar, camina. Cuando no puedas caminar, usa un bastón… pero nunca te detengas.” (Mario Benedetti (88), escritor y poeta uruguayo (1920-2009).

En la parte intelectual, sabemos que podemos seguir aprendiendo en la ancianidad; así lo indica la neurociencia. Además, el mandato del Señor es claro: “…buscad palabras de sabiduría de los mejores libros, buscad conocimiento, tanto por el estudio como por la fe.” (DyC 88:118). No mencionaré que debemos levantarnos temprano, porque nosotros lo hacemos, “para que vuestros (nuestros) cuerpos y vuestras (nuestras) mentes sean vigorizados”. (ídem 88:124) Además, al obedecer la Palabra de Sabiduría, se nos promete que hallaremos “sabiduría y grandes tesoros de conocimiento…” (DyC 89:19)

La actividad social, es indispensable para nuestro bienestar. Debemos evitar el aislamiento, tomando la iniciativa para participar en actividades de servicio. (Romanos 8:28). En primer término, recordemos que la familia es nuestra prin

cipal mayordomía y debemos estar atentos a sus necesidades. Fomentemos el “abuelazgo”, mostrando siempre interés por el bienestar, logros y desafíos de los nietos y bisnietos; esa actitud unirá más a la familia. Un sabio dijo: “Pasaré una sola vez por este mundo. Cualquier cosa buena, entonces, que puedo hacer, o cualquier acto de bondad que puedo mostrar a otro ser, déjame hacerlo ahora. No me permitas diferirlo ni negarlo, porque no pasaré por aquí otra vez”. Si estamos atentos, aún con pequeños actos, podemos todavía “levantar las manos caídas y fortalecer las rodillas debilitadas”. (DyC 81:5)

El desarrollo de la espiritualidad es esencial, y servirá de fundamento a todas las demás actividades. Además de aceptar llamamientos y participar de actividades en la iglesia, podemos apartar un tiempo para asistir regularmente al templo; participar activamente en nuestra historia familiar; ofrecernos como Misioneros de Servicio en el Programa de Indexación, Fondo Perpetuo y otros; escribir nuestras “Memorias”, para el beneplácito de nuestros descendientes, etc. No podrá faltar, un estudio diario de las escrituras antiguas y modernas y repasar y meditar sobre los mensajes inspirados de los profetas y apóstoles vivientes, para nutrir nuestro espíritu y así aferrarnos a las Verdades Eternas. Esto evitará, en el ocaso de la vida, los sentimientos de frustración y lamentos, tan bien expresados por el poeta:

“¿Dónde se ha ido la vida que hemos perdido en el vivir?

¿Dónde se ha ido la sabiduría que hemos perdido con el conocimiento?

¿Dónde se ha ido el conocimiento que hemos perdido con la información?”

T. S. Eliot, poeta, (1888-1965)

Deseo concluir con un mensaje esperanzador del Presidente Ezra Taft Benson, que nos comprendía muy bien, ya que vivió hasta los 94 años:

“Tenéis muchos motivos para vivir. Que estos años, en el ocaso de la vida, sean vuestros mejores años mientras vivís, amáis y servís plenamente.”

¡Hasta la próxima!

jueves, 24 de junio de 2010

PREPARA TU CORAZÓN

Todos los órganos del cuerpo humano, tienen funciones específicas y esenciales, pero se reconocen al corazón y a los pulmones como los más vitales. Los pulmones porque absorben el oxígeno del aire aspirado y lo llevan al torrente sanguíneo, y al corazón porque bombea esa sangre y la distribuye por el organismo. En un día bombea entre 10.000 y 15.000 litros de sangre. En reposo, el corazón adulto late unos 60-80 veces por minuto y en ese período bombea 6 litros. En verdad, el corazón es una bomba muscular extraordinaria.

Por alguna razón, el Señor y los profetas, eligieron este órgano para mencionarlo cientos de veces en las escrituras, para ilustrar principios eternos del evangelio y como “símbolo de la disposición y voluntad del hombre, y en sentido figurado, la fuente de toda emoción y de todo sentimiento.” Al punto tal que cuando se menciona “corazón quebrantado”, se simboliza a un ser “humilde, contrito, manso; receptivo a la voluntad de Dios, y dispuesto a arrepentirse.” (GEE, págs. 39-40)
Cuando el Salmista preguntó: “¿Quién subirá al monte de Jehová? y ¿quién estará en su lugar santo,” él mismo contestó: “El limpio de manos y puro de corazón.” (Salmos 24:3-4).
El Élder Dallin H. Oaks, del Consejo de los Doce, definió a las “manos limpias, cuando obramos correctamente y nos refrenamos de hacer lo malo”, y al “corazón puro, cuando obramos por los motivos correctos y nos refrenamos de deseos y actitudes prohibida” (“Puros de Corazón”, cap.1, pág. 1).

En noviembre de 2005, fui operado a corazón abierto para cambiar la válvula aórtica. Fue una intervención extremadamente delicada que demoró casi 5 horas. Desde entonces, con esa prótesis, me siento con “un corazón nuevo”, pero no el que describe Ezequiel cuando habló de la conversión espiritual:
“Arrepentíos y apartaos de todas vuestras transgresiones, y la iniquidad no os será piedra de tropiezo… y haceos un corazón nuevo...”
(Ezequiel 18:30-31; ver también 36:26 y Alma 5:14). El mío es sólo orgánico, que debo chequear frecuentemente.
Los profetas nos recomiendan monitorear nuestro corazón espiritual, aún en las pequeñas cosas, para conocer si estamos a tono con el Espíritu del Señor, especialmente al conocer “…que Jehová no mira lo que el hombre mira…Jehová mira el corazón.” (1 Samuel 16:7).

Esto me recuerda una anécdota del célebre director de la orquesta de la Scala de Milán, Arturo Toscanini (1867-1957).

En la década del 40, tenía una audición de música clásica que se irradiaba a toda Europa. Cada domingo la escuchaban millones de personas, entre ellas un humilde pastor de ovejas, que decidió escribirle. Cierto día, antes de comenzar el concierto, el Director dijo que deseaba leer una carta:
“Estimado Señor Toscanini: Vivo en el campo, soy muy pobre pero tengo una radio y me deleito escuchando sus conciertos cada domingo. También tengo un violín que actualmente está desafinado. Quisiera pedirle que por favor me dé la nota “la” para poder afinarlo.”
Arturo Toscanini, entonces, visiblemente emocionado, dijo: "Para mi amigo el pastor de ovejas ahí va la nota 'la'", y toda la orquesta al unísono le dio el tono.
Cuando nos hablan los profetas expresan la voluntad, el tono del Señor, a fin de afinar nuestro espíritu y “preparar nuestro corazón” (DyC 132:6), para estar en armonía con Su voluntad. ¡Escuchémoslos! Vale la pena.
¡Hasta la próxima!

viernes, 28 de mayo de 2010

¿CUÁNTO VALE UN HOMBRE?


¿Es posible ponerle precio a un ser humano? Vivimos en una sociedad altamente materialista donde todo tiene su precio, y a menudo escuchamos el dicho: 'tanto tienes, tanto vales'.
Hasta el siglo XIX, se vendían hombres y mujeres como esclavos, perdían su libertad y eran sometidos con rigor a la voluntad de sus amos. El precio variaba según la edad, sexo y salud. En la antigüedad, el caso más emblemático fue el de José, el hijo de Jacob, uno de los más grandes videntes, quien fue vendido por sus hermanos a los ismaelitas, “por envidia” y por “ser soñador…por veinte piezas de plata”. (Génesis cap. 37)
En la actualidad, afortunadamente la mayoría de las naciones de la tierra han abolido la esclavitud. Sin embargo, observamos que todavía existen prácticas de dominio sobre la libertad de los más débiles y necesitados. Pero ese es otro tema.
Asimismo, hay una pérdida de la libertad por causa de nosotros mismos, cuando por no cultivar la mente ni atesorar sabiduría, somos esclavos de la ignorancia: “…escuchad mi voz y seguidme, y seréis un pueblo libre” (DyC 38:22), “Permaneced, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no volváis otra vez a ser presos en el yugo de la esclavitud.” (Gálatas 5:1). También somos esclavos del pecado, cuando transgredimos los mandamientos de Dios: “Y andaré en libertad, porque busqué tus preceptos.” (Salmos 119:45) “Mas ahora que habéis sido librados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna.” (Rom. 6:19-23)
Volviendo a la pregunta '¿Cuánto vale un hombre?', hace varios años, cuando visitaba las Estacas1 de la región de Montevideo, y me asignaban para hablar en una de las sesiones de la conferencia, sobre este tema, solía llamar a un niño de la congregación al estrado y lo colocaba junto a mí. Para tranquilizarlo, le preguntaba su nombre, qué edad tenía y si asistía a la escuela. Pero cuando le preguntaba cuánto pesaba, se producía un silencio y entonces la madre, desde la congregación, nos daba la información: 38 Kgs. Con ese dato, comenzaba la disección de las partes del cuerpo de Juancito –así se llamaba: Tenía alrededor de 27 kgs. de agua, y elementos como calcio, hierro, fósforo, carbono, nitrógeno, oxígeno y otros, que combinados, formaban su cuerpo, con su esqueleto, órganos, músculos, hemoglobina y sangre, que nos permiten movernos, hablar y percibir al mundo que nos rodea. Es decir, “una estructura mortal y física de carne y huesos, que se creó a la imagen de Dios” (GEE, pág.47). Todos estos elementos se podían adquirir en una droguería por muy poco dinero…

¿Pero ese podía ser el precio de Juancito? ¡Razonablemente no! Porque “al unirse al espíritu, constituyen el alma y forman una persona viviente.” (Ver DyC 88:15; Hebreos 12:9; Génesis 2:7; Moisés 3:7, 9,19 y Abraham 5:7) Además, somos los únicos seres racionales de la creación, aunque algunos comportamientos no lo parezcan, porque tenemos una mente, la facultad intelectual que nos permite elaborar pensamientos, y además, es una vía para que el Padre, mediante el Espíritu, se comunique con nosotros. (DyC. 8:2; 9:8; Enós 1:10) En síntesis, “somos hijos espirituales de Padres Celestiales…” (“La Proclamación, de la Primera Presidencia y el Quórum de los Doce”, Año 1995)

El salmista tuvo la misma preocupación en averiguar el valor del hombre. Repasemos la escritura:

“Cuando contemplo tus cielos, obra de tus dedos,
la luna y las estrellas2 que tú formaste,
Digo: ¿Qué es el hombre para que tengas de él memoria,
y el hijo del hombre para que lo visites?
Pues le has hecho un poco
menor que los ángeles3, y lo coronaste de gloria y de honra.
Le hiciste señorear sobre las
obras de tus manos;
todo lo pusiste debajo de sus pies…”
(Salmos 8:3-6)
Más adelante concluyó:
“Yo dije: Vosotros sois dioses,
Y todos vosotros hijos del Altísimo.”
(Salmos 82:6)
La revelación moderna, al mencionar el gran sacrificio del Salvador “cuando padeció la muerte en la carne y sufrió el dolor de todos los hombres”, mencionó sencillamente “que el valor de las almas es grande a la vista de Dios.” (Doct. y Conv. 18:10-11)
¡Hasta la próxima!

NOTAS
1.-Una de las unidades administrativas de la organización de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, que se compone de barrios y ramas. (GEE, pág. 68)
2.- A simple vista, en una noche límpida, se alcanzan a ver en el firmamento, unas 6.000 estrellas, pero con los equipos modernos de astronomía, se reconocen 100 billones de galaxias, con 100.000 millones de estrellas cada una.
3.- En hebreo se traduce como dioses.

LOS AÑOS QUE COMIÓ LA LANGOSTA

Cuando yo me criaba, vivíamos en una zona suburbana con terrenos cultivados y árboles frutales. Recuerdo que una o dos veces por año, llegaban las langostas en bandadas compactas, que hasta oscurecían la tierra y devoraban todo lo verde que encontraban. Los propietarios, muy preocupados, armaban fogatas para combatirlas pero con pocos resultados prácticos. Nosotros nos entreteníamos cazando algunas y colocándolas en un frasco para observarlas mejor. Tenían agudas antenas, largas patas traseras y muslos gruesos y producían un zumbido particular al rozar las alas. “Son insectos de costumbres migratorias y saltadores que dañan a los cultivos”, dice el diccionario.
Cuando llegué por primera vez a la ciudad de Lago Salado y visité la Manzana del Templo, quedé extasiado al ver el histórico monumento de granito a las Gaviotas. Termina en una esfera de piedra y sobre ella dos gaviotas de bronce que brillan.
En las placas conmemorativas se recuerda a los campesinos que labraban y sembraban semillas en las tierras vírgenes del desierto, mirando al cielo y suplicando asistencia divina para contrarrestar la invasión de estos despiadados insectos. Conocemos la historia: estas aves llegaron de a miles y milagrosamente devoraron a las langostas y salvaron la cosecha.
Tres mil años antes, la langosta fue una de las plagas que Jehová envió a Egipto para que el corazón del Faraón se ablandara y finalmente permitiera salir a los israelitas. “Y se oscureció la tierra, y consumió toda la hierba y todo el fruto de los árboles… y no quedó cosa verde.” (Éxodo 10:15)
“Sacarás mucha semilla al campo, y recogerás poco, porque la langosta lo consumirá.” (Deuteronomio 23:38)
Hace muchos años atrás, el Elder Spencer W. Kimball, en ese tiempo Presidente en funciones del Quórum de los Doce, dio un discurso memorable sobre este tema: “Los años que la langosta devoró”, refiriéndose especialmente a los años que desperdiciamos en nuestra vida terrenal. En esa ocasión nos recordó “que las cuatro cosas que no vuelven más, son: la palabra hablada, la flecha disparada, la vida pasada y las oportunidades desperdiciadas. Y que el molino no puede moler con el agua que ya ha pasado.” (“Pushing to the front”, Orison S. Marden)
Al repasar mi vida, también compruebo que la langosta hizo su cosecha: Dejé pasar valiosas oportunidades, y a veces, no hice uso racional del tiempo como debía. Hablando del tiempo horario, recuerdo el pensamiento que a menudo mencionaba el Presidente Harold B. Lee: “¿Amas la vida? Entonces no gastes pródigamente el tiempo, porque éste es el ingrediente del que ésta se compone.” (Benjamín Franklin)
Durante mi época de liderazgo, recuerdo con pena, como trabajó la langosta en decenas de buenos hermanos, que rechazaron llamamientos y perdieron la oportunidad de colaborar en la “edificación del Reino de Dios”, “ya que estamos poniendo los cimientos de una gran obra…y el Señor requiere el corazón y una mente bien dispuesta”, y con la promesa para “los de buena voluntad y a los obedientes, que comerán de la abundancia de la tierra.”(DyC 64:33-34)
El Presidente Dieter F. Uchtdorf, segundo consejero en la Primera Presidencia, nos dejó las siguientes reflexiones durante la Conferencia Generalde Octubre de 2009:
“El Señor no espera que trabajemos más duro de lo que podemos. Él no compara nuestro esfuerzo con el de los demás, ni tampoco nosotros debemos hacerlo. Nuestro Padre Celestial sólo nos pide que demos lo mejor de nosotros, que trabajemos con toda nuestra capacidad, sin importar cuán grande o pequeño sea. El trabajo es un antídoto para la ansiedad, un bálsamo para las penas y un portal hacia las posibilidades. Sin importar nuestras circunstancias, mis queridos hermanos, esforcémonos lo mejor que podamos y cultivemos una reputación de excelencia en todo lo que hagamos. Centremos nuestra mente y nuestro cuerpo en la gloriosa oportunidad de trabajar que cada día se nos presenta. Cuando nuestro carromato se atasque en el lodo, es más probable que Dios ayude al hombre que salga a empujar que al que sólo eleve la voz de súplica, sin importar cuán elocuente sea la plegaria.
¡Hasta la próxima!

jueves, 8 de abril de 2010

CAMINOS Y ATAJOS

Un camino es una vía de comunicación entre pueblos; un sendero por donde transitan las personas en una dirección determinada. En cambio, un atajo, es una senda secundaria, por donde un camino es abreviado. Por experiencia personal, no recomiendo tomar atajos, porque por lo general, no hay señales de tránsito, ni asistencia de servicios y son sumamente peligrosos. Por ahorrarnos tiempo o distancias, corremos riesgos innecesarios. Los caminos siempre los inicia el hombre. ¡Cuánta razón tuvo el poeta cuando escribió: “Caminante, no hay camino, se hace camino al andar”! (Antonio Machado, 1875-1939).
Las personas prudentes, cuando deciden un destino, siempre preguntan o consultan en los mapas, qué camino o ruta conviene tomar, antes de iniciar el viaje. Algunas personas, sin embargo, están desorientadas y van sin rumbo fijo por la vida, como Alicia (“Alicia en el País de las Maravillas”, de Lewis Carroll). El diálogo con el gato es muy ilustrativo:
“--¿Me podría indicar, por favor, qué camino puedo tomar desde aquí?
--Eso depende, en gran manera, a dónde quieres llegar.
--Pues no me importa demasiado a dónde.
--Pues entonces lo mismo te da tomar un camino u otro.
--Bueno…pero siempre que llegue a alguna parte.
--Siempre llegarás a alguna parte, si caminas lo suficiente”, le contestó el gato.
Sir Oliver Wendell Holmes (1809-1894), enseñó que “la cosa más importante en esta vida, no es tanto dónde estamos parados, sino en qué dirección nos estamos moviendo”, y el Elder Neal A. Maxwell, del Consejo de los Doce (1926-2004), siempre repetía un concepto similar, que “la dirección que imprimamos a nuestra vida, es más importante que la velocidad…”.
Albert Einstein, físico alemán (1879-1955), decía que él tenía dos ideas claves, por las cuales regía su vida: 1. ¿Hacia dónde voy? 2. ¿Cómo llegaré?
En mis Charlas con los jóvenes yo agregaba otro interrogante que aprendí de los profetas vivientes: ¿Por qué voy hacia allá?, que indica nuestra motivación real, luego de decidir un destino.
Ya en un plano espiritual, el camino se utilizó simbólicamente en parábolas y otras enseñanzas del Salvador y los profetas. Jesús mismo, durante su incomparable Sermón del Monte, nos enseñó que existen dos caminos principales para transitar:
“Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.”
(Mateo:7:13-14)
Y un poco más tarde, en un diálogo que tuvo con Tomás, uno de sus discípulos, aprovechó para enseñar una verdad suprema para regresar al Padre:
“Y sabéis a dónde voy, y sabéis el camino. Le dijo Tomás: Señor, no sabemos a dónde vas; ¿cómo, pues, podemos saber el camino? Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie --ésta es la clave--, viene al Padre, sino por mí”. (Juan 14:4-6; véase también 2 Nefi 31:21)
El profeta Samuel, predicó que el camino de Jehová, es “bueno, recto y perfecto”. (1 Sam. 12:23; 2 Sam. 22:31; véase también Oseas 14:9 y Apoc. 15:3)
Moroni nos da la clave para permanecer en el camino, luego del bautismo y de la confirmación: “…que fuesen nutridos por la buena palabra de Dios, para guardarlos en el camino recto, para conservarlos continuamente atentos a orar…” (Moroni 6:4)
Personalmente creo que el Señor pensaba en “atajos”, cuando en el prefacio de Doctrina y Convenios señaló: “No buscan al Señor para establecer Su justicia, antes todo hombre anda por su propio camino, y en pos de la imagen de su propio dios…” (1:16; véase también Ezequiel 7:3).
A menudo, no alcanzamos a comprender los caminos del Señor, porque “mis caminos son más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos”. (Isaías 55:9).
Nefi nos anima, pero a su vez nos recuerda sobre nuestro albedrío moral: “Anímense, pues, vuestros corazones, y recordad que sois libres para obrar por vosotros mismos, para escoger la vía de la muerte, o la vía de la vida eterna”. (2 Nefi 10:23)
¡Hasta la próxima!

lunes, 15 de marzo de 2010

"HOY NO SE FÍA, MAÑANA SÍ..."

Así rezaba un cartel hecho a mano, con letra de imprenta, que colgaba de una estantería en la verdulería del barrio donde vivíamos. Cierto día mi madre me mandó a hacer un mandado, yo tendría entre 6 y 7 años, y al volver a casa le cuento la novedad del cartel, sin saber a ciencia cierta qué significado tenía fiar. Mi madre, sabia ella, me dijo que al día siguiente íbamos a ir juntos al negocio en cuestión. En ese entonces, no comprendía que ella estaba aprovechando la ocasión para darme una lección de honestidad, ya que el cartel aún se mantenía y el mañana tan esperado, nunca llegaría. Se trataba de una treta comercial, con un sutil engaño, para que la gente regresara. “Más honesto --me dijo--, sería un cartel que dijera: “No fiamos”. Nunca más olvidé la lección.
Los profetas de todos los tiempos nos han advertido sobre esta sutil arma de Satanás, mencionada a veces como mentira, engaño, fraude, estafa, trampa, etc.:

  1. El Salmista suplica al Padre: “…líbrame del hombre engañador e inicuo.” (Salmos 43:1)
  2. Pablo advirtió a los Romanos: “…y con suaves palabras y lisonjas engañan los corazones de los ingenuos.” (Romanos 16:18)
  3. Nuevamente Pablo a los Colosenses enseñó: “Mirad que ninguno os engañe por medio de filosofías y vanas sutilezas…” (Colosenses 2:8)
  4. En esta dispensación el Señor dijo: “¡Ay de aquél que miente para engañar..!” (DyC 10:28)


La alfarería debe ser una de las artesanías más antiguas. Se fabricaban varios objetos de arcilla, especialmente jarrones que luego se utilizaban para transportar agua o guardar granos. Todavía se encuentran restos de esos objetos de miles de años, en casi todas las regiones de la tierra.
Se cuenta que los artesanos, al sacarlos del horno, algunos presentaban fisuras o rajaduras y para no desecharlos, las cubría con cera de abejas y luego los barnizaba para disimular. Con el tiempo se descubría el engaño y la gente comenzó a desconfiar.
Entonces, algunos comerciantes, para poder vender, anunciaban que esa producción estaba “sin-cera”. De ahí nació, dicen, el adjetivo sincero/sinceridad, aquél que dice la verdad.

El Salvador Jesucristo siempre destacó a los honestos e ínte

gros. Recordemos su encuentro con Natanael: “He aquí,

un verdadero israelita, en quien no hay engaño.” (Juan 1:47)
En los albores de esta dispensación, señaló a George Miller, con características similares: “Además, te digo que mi siervo George Miller es sin engaño; se puede confiar en él por motivo de la integridad de su corazón y por el amor que él tiene por mi testimonio, yo, el Señor, lo amo.” (DyC 124:20)
Espero que llegue el día que yo merezca cambiar el nombre George po

r el mío (Hugo).

Pablo, luego de describir el carácter de los hombres “en los postreros días” (2 Timoteo 3:1-8), presenta su pronóstico inspirado a su amado hijo en la fe Timoteo: “…mas los malos hombres y los engañadores irán de mal en peor, engañando y siendo engañados.” (versículo 13) y finalmente llegó el consejo:
“Pero persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién has aprendido; y que desde la niñez has sabido las Santas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús.” (versículos 14-15)

viernes, 8 de enero de 2010

METAS Y RESOLUCIONES

La llegada de un nuevo año, siempre nos impulsa a establecer metas y resoluciones, que por lo general tienden a mejorarnos y progresar. Este año, tal vez impulsado por la recomendación de Moroni (7:48), me he propuesto ver y señalar los mejores rasgos en el carácter y personalidad de mi prójimo. Considero que será otra manera de manifestar caridad –amor puro de Cristo--, y seguramente, tanto el dador como el receptor, serán edificados espiritualmente y se establecerán lazos de convivencia más fuertes. Además se ha comprobado, que para encontrar defectos y debilidades en otros, no se necesitan virtudes especiales.
El Élder Neal A. Maxwell, expresó una idea similar cuando expresó: “Podemos agregar, al almacén de autoestima de cada uno, elogios merecidos y específicos más frecuentemente; recordando también que aquéllos que están sin aliento por hacer la segunda milla, precisan un merecido elogio, así como los que han caído necesitan ser levantados”. (Conferencia General, octubre 1979).

León Tolstoi (1828-1910), el gran escritor ruso, escribió un cuento muy breve, que expresa de manera elocuente, esta misma idea. Lo llamó “El perro muerto”:

“Jesús llegó una tarde a las puertas de una ciudad e hizo pasar adelante a sus discípulos para preparar la cena. Él, impelido al bien y a la caridad, internóse por las calles hasta la plaza del mercado.
Allí vio en un rincón algunas personas agrupadas que contemplaban un objeto en el suelo, y acercóse para ver qué cosa podía llamarles la atención.
Era un perro muerto, atado al cuello por la cuerda que había servido para arrastrarle por el lodo. Jamás cosa más vil, más repugnante, más impura se había ofrecido a los ojos de los hombres. Y todos los que estaban en el grupo miraban hacia el suelo con desagrado.
--Esto emponzoña el aire –dijo uno de los presentes.--Este animal putrefacto estorbará la vía por mucho tiempo –dijo otro.
--Mirad su piel –dijo un tercero-- no hay un solo fragmento que pudiera aprovecharse para cortar unas sandalias.
--Y sus orejas –exclamó un cuarto—son asquerosas y están llenas de sangre.
--Habrá sido ahorcado por ladrón—añadió otro.
Jesús los escuchó, y dirigiendo una mirada de compasión al animal inmundo:--¡Sus dientes son más blancos y hermosos que las perlas! –dijo.Entonces el pueblo, admirado, volvióse hacia El, exclamando:
--¿Quién es éste? ¿Será Jesús de Nazaret? ¡Sólo Él podía encontrar de qué condolerse y hasta algo que alabar en un perro muerto…!Y todos, avergonzados, siguieron su camino, prosternándose ante el Hijo de Dios”.

Este es sólo un cuento, surgido en la imaginación de un espíritu sensible como Tolstoi, que cuando conoció la Iglesia, dijo: “Si el mormonismo es capaz de mantenerse sin cambios en el tiempo, será una influencia poderosa para la humanidad”.

En Su vida real, durante su ministerio, Jesús manifestó esta característica. Recordemos su encuentro con Natanael:
“He aquí, un verdadero israelita, en quien no hay engaño” (Juan 1:43-47). Señaló un rasgo sobresaliente de su personalidad, a pesar que momentos antes, éste había puesto en duda su misión divina: “¿De Nazaret puede salir algo bueno?”, le dijo a Felipe.
Por razones de trabajo, cierto día llegué a la ciudad de Melo, capital del Departamento Cerro Largo en Uruguay. Cuando tenía tiempo libre, siempre visitaba sitios históricos y museos del lugar. Fue así que conocí la casa natal de la gran poetiza Juana de Ibarbourou (1892-1979). Cuando ingresé y vi, en su huerto, la vieja higuera que había inspirado la hermosa poesía que yo había recitado y estudiado en mi niñez, sentí una gran emoción, porque tiene un gran mensaje:
Porque es áspera y fea,
porque todas sus ramas son grises
yo le tengo piedad a la higuera.

En mi quinta hay cien árboles bellos,
ciruelos redondos,limoneros rectos
y naranjos de brotes lustrosos.

En las primaveras
todos ellos se cubren de flores
en torno a la higuera.
Y la pobre parece tan triste
con sus gajos torcidos, que nunca
con apretados capullos se viste…

Por eso,
cada vez que yo paso a su lado
digo, procurando
hacer dulce y alegre mi acento:
“Es la higuera el más bello
de los árboles todos del huerto”.

Si ella escucha,
si comprende el idioma en que hablo,
¡Qué dulzura tan honda hará nido
en su alma sensible de árbol!

Y tal vez, a la noche,
cuando el viento abanique su copa,
embriagada de gozo le cuente:
“Hoy a mí me dijeron hermosa”.

Al obrar de esta manera, veremos milagros en los comportamientos, cuando tratemos a las personas “no sólo como son, sino cómo pueden llegar a ser” (Goethe). El destacar sus aspectos positivos en primer lugar, los puede impulsar a superarse porque aumentará su autoestima, y nosotros experimentaremos el gozo prometido, “por ser un instrumento en las manos de Dios”. (Alma 29:9)