viernes, 1 de mayo de 2009

RAÍCES

En el invierno del año 1998, conseguí unas semillas de un arbusto muy bonito que se encontraba muy cerca de nuestra casa en Ciudad Jardín, el Palomar. En primavera nos entregaba hermosas flores. Sembré muy cuidadosamente las semillas en un almácigo y a los pocos días comencé a cuidar los tiernos brotes que aparecían. Cuando estuvieron algo crecidos, los trasplanté a recipientes individuales. A medida que se desarrollaban, les coloqué tutores para que su tronco se mantuviera recto.Pocos meses después, estaba trasplantando uno de ellos en una plazoleta frente a casa, en el hueco que había dejado un viejo árbol al caer, luego de una gran tormenta. Le coloqué un fuerte tutor y lo regaba tres veces por semana. Comprobaba con asombro su rápido crecimiento.
Estaba orgulloso de mi pequeño árbol, que se erguía, lozano entre las otras variedades. Averigüé que se trataba de una “Poinciana”.Una tarde, vi llegar al lugar a un joven, casi un niño, con un machete en la mano. Azorado, comprobé como empezaba a destruir plantas y arbustos. Cuando llegué fui testigo de los destrozos, entre ellos mi arbolito que con tanto esmero estaba protegiendo. Lo había cortado a ras del suelo. Nunca supe que motivos llevaron a este joven a semejante acto. Sin duda, estaba pidiendo ayuda de una manera equivocada...Varias semanas después, vi aparecer un pequeño brote, que comencé a regar y proteger hasta que comenzó nuevamente el ciclo normal de crecimiento. Comprobé que las raíces habían permanecido vivas a pesar de todo. “Un vástago retoñará de sus raíces”. (Isaías 11:1)
Cuando en el año 1999 nos llamaron para presidir el Centro de Capacitación Misional (CCM) en Guatemala, un buen vecino se comprometió a cuidarlo. Cuando al cabo de dos años regresamos, nos encontramos con un hermoso árbol y estaba pronto para dar de sus hermosas flores. Hoy puedo observarlo desde mi casa. “Porque si el árbol fuere cortado, aún queda de él esperanza; retoñará aún, y sus renuevos no faltarán”. (Job 14:7)
Alma comparó “la palabra” o evangelio de Jesucristo, a una “semilla”, que si le “damos lugar para que sea sembrada en nuestro corazón”, comenzaremos a tener experiencias espirituales, tales como que “ensanchará” nuestra alma e “iluminará” nuestro entendimiento a medida que el árbol empiece a crecer. Para ello hay que nutrirlo “con gran cuidado”, para que se fortalezca la raíz y produzca fruto. (Alma 32:27-28,37) Entre otros principios deben prevalecer “la fe, diligencia y paciencia” (versículo 41)
Pero lamentablemente a veces y por diversas circunstancias, “desatendemos el árbol y somos negligentes en nutrirlo” (versículo 38).
Testifico que, ante la menor señal de un retoño, comienza a operar “la misericordia del Salvador” (Alma 32:22), y como dijo Job “aún queda de él esperanza” y “si se envejeciere en la tierra su raíz, su tronco fuese muerto en el polvo, al percibir agua reverdecerá y hará copa como planta nueva.” (Job 14:8-9) ¿Quién de nosotros no tiene un amigo o pariente en estas condiciones?Hoy hay una gran necesidad de tutores y buenos vecinos. ¿Estamos preparados para ser uno de ellos?
Hasta la próxima.

Referencias adicionales:
Prov. 12:3; Romanos 11:36; Apocalipsis 22:16.

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